martes, 17 de marzo de 2015

¿Quién hizo la capa magna del Jubileo?



La capa pluvial con la que san Juan Pablo II abrió la Puerta Santa en el Jubileo del año 2000 generó en su momento gran polémica. Y sigue generándola. Con ese motivo, quisiera tocar un tema de quiénes son los proveedores de ornamentos del Santo Padre, que me han pedido.  

En primer lugar decir que no es uno solo un proveedor, sino muchos. Iré poniendo sus nombres y sus diseños próximamente. Sobre todo, pasando la Semana Santa, pues antes hay que comentar cosas relacionadas con ésta.

Pero ahora les platico que la capa pluvial usada por Juan Pablo II en diciembre de 1999 fue confeccionada por Stefano Zanella y Gianluca Scatto, quienes la diseñaron junto con el entonces maestro de ceremonias, Mons. Piero Marini.

La capa era de tres colores: rojo, azul y oro. Querían representar, por una parte “setecientos gramos de fuego, oro y sangre”. El tejido adamasquinado, confeccionado en una fábrica de Prato, en la Toscana, “simbolizaba el sagrado acontecimiento: una puerta de oro, acceso místico al Paraíso que conduce al cielo, representado por unos reflejos azules” apuntaron.  

Además contaba con un broche (rationale) creación del orfebre francés Doudji, iluminado en el centro por un cordero místico blanco, en marfil, y enmarcado por 12 piedras. 

Stefano Zanella es sacerdote católico de rito oriental, ordenado en el Líbano, en el seno de la comunidad siria de Antioquía. Nacido en Treviso, es licenciado en Musicología (es un apasionado del canto gregoriano), en Filosofía y en Teología. “Comencé a hacer ornamentos litúrgicos como un hobby”, confiesa.

Por su parte, Gianluca Scattolin, también originario de Treviso, siguió como aficionado cursos de arte dramático y se interesó por la escenografía y por el vestuario teatral. Finalmente, y bajo la influencia estética del cineasta y director escénico Peter Greenaway, se dedicó a crear adornos sagrados. 

Zanella y Scattolin trabajaron juntos en la capa pluvial pontificia durante más de diez años. Los dos estilistas concibieron “una nueva aproximación a la vestimenta litúrgica, siguiendo la tendencia marcada por la Iglesia de reconciliarse con el arte sagrado y los artistas, al tiempo que se aleja del minimalismo austero de los últimos 40 años”, según sus palabras.



“Se trata de establecer una nueva relación con el arte, con la estética y con el mundo contemporáneo, sin renunciar al oro ni a la revalorización de la fe a través de la imagen y de la belleza visual.”, Concluyeron en una entrevista concedida a un periódico.

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